El Grupo de Investigación “Salud y Seguridad en la Montaña” se creó con el fin de investigar en la prevención de los
accidentes de montaña desde tres áreas íntimamente relacionadas en la persona en su interacción con el medio:
Seguridad en la Montaña, Medicina de Montaña y Aspectos Psicológicos relacionados con la Montaña.
Contacto: grupossm@gmail.com

lunes, 1 de junio de 2009

Katmandú

Sábado 23 / Viernes 29 de mayo de 2009 – COURSE IN MOUNTAIN MEDICINE AND RESCUE Y MOGOLLÓN DE ALPINISTAS CONOCIDOS
Después de los dos días en Pokhara, visita más que recomendada a los que vengan por Nepal, tras varias gestiones en el International Mountain Museum, visitas a los refugiados tibetanos y lavarnos repetidas veces para “desincrustar” el polvo, sudor y barro acumulado durante la bajada del Campo Base, teníamos que volver a Kathmandú. Una lástima, porque Pokhara, con el marco incomparable de los Annapurnas y el Machapuchare, la tranquilidad del lago, las cascadas, los poblados tibetanos, sus atractivos culturales y la paz de sus paseos, nada tiene que ver con la actividad frenética y desmadrada que gasta Kathmandú. Los 200 km de vuelta fueron de película, por el tráfico, la carretera, el “estilo libre” de conducción nepalí y un sinfín de detalles que no vienen al caso. De todas formas, hasta hace pocas décadas, costaba 10 días en pony ir de Pokhara a Kathmandú, por un camino lleno de dificultades; así que no podemos quejarnos. El sábado nos levantamos todavía con los huesos descolocados, pero con ánimo de dar una vuelta por el centro histórico de Kathmandú, nombre que le viene de Khasta-mandap (madera-templo o casa). Dice la leyenda que el templo de Khastamandap (s. XII) se construyó con la madera de un solo árbol. Es un edificio de tres tejados y dos plantas, con 16 columnas, que primero se utilizó como centro comunitario de reuniones y luego se convirtió en templo. Está situado en la plaza Durbar, que significa “palacio, que era donde los reyes se coronaban. Ciudad que muestra un enorme legado histórico y cultural, no sólo en las zonas especialmente turísticas, en cualquier sitio se pueden encontrar preciosos templos, patios interiores, lavaderos con asombrosas esculturas por las que sale el agua, mercados de flores, verduras y frutas, talleres ancestrales… Hasta 1768, Nepal era un conjunto de reinos y ciudades que rivalizaban y convivían, hasta que Prithvi Narayan –rey de los Gorkas- invadió el valle, conquistó otros reinos y unificó Nepal haciendo de Kathmandú la capital del nuevo reino. De los siglos XVII y XVIII son la mayoría de los templos de la plaza Durbar, alguno más antiguo; la madera tallada está presente en todos ellos, en las ventanas, columnas, pórticos y puertas. A este paseo cultural dedicamos sólo la mañana, porque por la tarde tuvimos reunión con los médicos de la Comisión Internacional de Socorro Alpino (CISA) y la Himalayan Rescue Association (HRA) para ultimar los flecos del curso. El domingo, a las ocho de la mañana, tuvimos la inauguración oficial, con el Secretario del Ministerio de Turismo de Nepal, el presidente de la HRA, el presidente de la Comisión Médica de la CISA, los profesores invitados y los 34 alumnos –entre médicos, sirdars y miembros de fuerzas de seguridad-. De ellos, 3 mujeres, que formaron parte el año pasado de la primera expedición de mujeres nepalesas al Everest (eran diez y todas hicieron cima). Este curso teórico-práctico se ha desarrollado de domingo (el sábado es el día festivo) a viernes, de 8 de la mañana a seis de la tarde, con una hora de descanso para comer. El Dr. Morandeira dio una conferencia magistral sobre el tratamiento de las congelaciones, explicándoles todo lo que se podía hacer sobre el terreno y de qué manera esa actuación era determinante sobre la evolución posterior y pronóstico de las lesiones, además de hablarles sobre su experiencia asistencial en las nueve expediciones himaláyicas en las que ha participado como médico. Yo les presenté el Master en Medicina de Urgencia en Montaña de la Universidad de Zaragoza; diversos casos clínicos que habíamos tenido en las semanas anteriores, para ilustrar todo lo referente a las lesiones por sol y calor; además de los talleres prácticos sobre evaluación secundaria de los accidentados, cámara hiperbárica-pulsioximetría, inmovilizaciones; y explicar qué pruebas médicas conviene realizar a los alpinistas que van a subir por encima de los 5.000 metros. Los alumnos han participado activamente en las clases teóricas y talleres prácticos, mostrando un gran interés e intercambiando sus experiencias personales, dudas e inquietudes. El viernes 29, a última hora, se clausuró el curso. Kathmandú, capital de Nepal, no deja de ser el punto donde convergen los alpinistas al ir o volver de sus expediciones. Y claro, Thamel (zona donde están ubicados los hoteles –y los turistas-) es como Salou en verano, o como el Paseo Independencia en fin de semana, te encuentras con todos: con los integrantes de la expedición española al Cho-Oyu (militares y discapacitados), con la expedición andaluza de mujeres al Manaslu, con Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo, y Mikel Zabalza, que han estado en el Makalu, con Bruno Pérez de Tudela (el hijo de César Pérez de Tudela) que volvía del Everest, a Nick y Mario, que volvían del Manaslu... El miércoles era nuestro día libre en el curso de la HRA y habíamos pensado ir a visitar Baktapur, pero Oriol Ribas, de la expedición española al Kanchen, vino a buscarnos al hotel el martes por la tarde para pedirnos que atendiéramos a sus compañeros que iban a ser evacuados del CB del Kanchen el miércoles a primera hora hacia el Norvic Hospital de Kathmandú. Así que allí estábamos el miércoles prontito. Juanjo Garra, de Lérida, Miguel Fernández, de Alicante y Alberto Zeraín (http://www.albertozerain.com/), de Vitoria, venían con congelaciones en los pies. Koke Lasa, de San Sebastián, con una escara en la nariz y un supuesto edema de pulmón. Después de explorarlo y ver la radiografía, había un pequeño edema en base derecha, pero también una neumonía. En el hospital estaban empeñados en hacer una “limpieza quirúrgica” de las congelaciones. ¡Craso error! Eso favorece la infección y retrasa la curación. Así que los chicos empezaron con la inmersión de los pies en agua a 38º con povidona yodada durante media hora, dos veces al día, desinfección con betadine y secado al aire (secar con toalla o gasas puede romper las ampollas), vendaje protector (no opresivo), heparina de bajo peso molecular subcutánea, ácido acetil salicílico a dosis antiagregante y analgesia suficiente. A Koke le pautamos tratamiento para acabar de resolver el edema residual, antibióticos y antitérmicos para la neumonía. Los derivamos a todos al hotel, para iniciar los trámites de vuelta a casa. El jueves vimos a un ecuatoriano que venía del Everest con las yemas de todos los dedos de las manos negras… Vamos, que entre clases y pacientes, hemos pasado la semana muy entretenidos.

Sábado 30 de mayo de 2009 – SIEMPRE NEPAL
El sábado 30, último día en Nepal, llevamos al Centro de Refugiados Tibetanos de Swayambhunath medicación y material de curas que nos habían ido dando miembros de otras expediciones antes de irse de Kathmandú. Aprovechamos para visitar el gran templo budista del mismo nombre, que hay en lo alto de la colina, desde donde se ve toda la ciudad. Por una larga y empinada escalinata se accede al templo, con una gran stupa que data del siglo V. Las stupas son estructuras religiosas budistas que cuentan con 5 elementos fundamentales: la base o zócalo (rectangular o escalonado), que representa la tierra; la cúpula, olla o kumbha, que se encala todos los años y representa el agua; un zócalo, harmika o plataforma cuadrada -en la que se pintan los ojos de Buda- sobre la que asienta una corona o capitel, que representa el fuego, de 13 escalones (las 13 fases de la perfección que conducen al nirvana); una sombrilla, que representa el aire; y un pináculo que hace referencia al cielo o las capas celestiales. Al final de la gran escalinata que conduce a la stupa, está el dorje o rayo, en tibetano, que simboliza la fuerza o compasión masculina, y la campana, que representa la sabiduría femenina. Estos dos instrumentos se utilizan en la meditación budista, el dorje se sujeta con la mano izquierda y la campana con la derecha. Esta stupa comparte espacio en la colina con otros templos y divinidades del hinduismo. Por la tarde nos recogió el taxi para llevarnos al aeropuerto. En este último trayecto pienso en lo que es Nepal: un país de belleza y grandeza incomparables, de amabilidad y hospitalidad sin medida, de inmensa paz en los monasterios budistas, de vida y color, pero también uno de los más pobres del mundo. Ya decía Leonardo Da Vinci en el siglo XVI que “Todo nuestro conocimiento proviene de las sensaciones”. Nepal es un país en el que hemos vivido numerosas experiencias, que nos han hecho tener sensaciones y emociones de todo tipo que van más allá de las palabras y las fotografías. El hecho de haber pasado tantos días en la montaña, apoyando a la expedición de Pauner, recogiendo datos para el proyecto de investigación, atendiendo a los montañeses, viviendo con lo justo, ejercitando la disciplina durante las duras jornadas de treekking, permite tener tiempo para reflexionar y meditar, para diferenciar lo fundamental de lo accesorio, para apreciar lo que verdaderamente importa. “(…) las montañas refutan el exceso de confianza que padecemos en lo hecho por la mano del hombre. Nos planteamos cuestiones profundas sobre nuestra perdurabilidad y sobre la importancia de nuestras ideas. Nos inducen, supongo, a la modestia (…). Las montañas también remodelan la comprensión de uno mismo, de los propios paisajes interiores” (en Robert Mcfarlane “Las montañas de la mente” 2005).
NAMASTE.
Mª ANTONIA NERÍN Y JOSÉ RAMÓN MORANDEIRA

sábado, 30 de mayo de 2009

Diario del Regreso a Katmandú III Del 19 al 22 de Mayo

Martes 19 / Viernes 22 de mayo de 2009 - DE ARUGHAT A KATHMANDU, VÍA POKHARA
Todo tiene su fin. Y como esta vez el Manaslu ha dicho que nones, la historia ha terminado sin que, a pesar de sus denodados y repetidos esfuerzos, nuestros aguerridos ochomilistas hayan podido pisar su cima. Y no será porque no lo hayan intentado. Pero siquiera sea por las similitudes que me gusta establecer entre las montañas y las mujeres, cuando una dice que no, es que no. Y contra más te empeñes tú en que sí, más se empeña ella en que no. Así que nada, a cada intento de los ochomileros, nieve y más nieve. Rayos, truenos, centellas, pedrisco, etc., etc. Al final, con un riesgo de aludes sin medida, dos muertos y varios tocados del ala por delante -que no veas la faena que nos dieron-, Javier Pérez con los pies congelados, y todos hartos de palear nieve para desenterrar las tiendas de campaña, decidimos que, aunque algunos lo consiguieran, éste no era nuestro año y tocaba plegar velas y largarse con la música a otra parte. Adiós Manaslu. Adiós Montaña del Alma. Otra vez será. La bajada es otra historia. Javier Pérez y Carlos Pauner, por aquello de las congelaciones en los pies, llamaron al helicóptero y se fueron tan campantes en el “cuco” hasta Kathmandú, sin enterarse de nada y de un tirón; pero a Mª Antonia y a mi nos quedaban cinco días de heroica pinrelada y machaque de rodillas y tabas. Aunque, al final, la única que se chupó enteritos los cinco días fue la sufrida Mª Antonia, porque a mi no sé qué cara me vio nuestro sirdar, Lakpa, que removió Roma con Santiago, alegando que yo era muy mayor y que, como teníamos una “lista de espera” de enfermos nada despreciable en Samagaon, no convenía nada que llegase allí cansado y había que bajarme en helicóptero -aprovechando que venía a buscar a Javier y a Carlos- para que llegase descansado y pudiese ejercer con garantías mis habilidades médico-quirúrgicas. Aunque yo creo que, con el nevadón que había caído, de lo que no se fiaba ni un pelo era de mis facultades físicas y mucho se temía que bajase rodando los 1.400 metros de desnivel en picado Campo Base-Samagaon. Así que, pese a mi resistencia por sentirme menospreciado en mis capacidades montañeras y herido en mi orgullo de caballero por dejar sola a Mª Antonia, entre todos me metieron en el helicóptero y, en un abrir y cerrar de ojos, me vi en Samagaon, donde me esperaba un comité de bienvenida encabezado por el Señor Alcalde y otras fuerzas vivas, además (claro) de los tropecientos enfermos de la lista de espera que acabaron con nuestras reservas de recursos sanitarios y me hicieron desear vivamente volver cuanto antes a Zaragoza, a mi querido Hospital Clínico, para descansar un poco de tanto ajetreo sanitario. Debo de reconocer que Lakpka se comportó como Dios manda y acompañó personalmente a Mª Antonia en la bajada. Que no se quejó casi nada porque es de Casa Presín de Chía (Bal de Benás, Alta Ribagorza, Aragón, España) y, allí, les enseñan desde pequeñitas a que no hay que quejarse hasta que uno no se ve con las tripas en la mano. Así que nada, tras dos días de currelo en Samagaon, emprendimos el camino de bajada (más bien de subidas y bajadas, que esto del Nepal es así) Budhi Gandaki abajo (el Viejo Río, recuerden) desandando a marchas forzadas en cuatro días (diez horas diarias de marcha de promedio), lo que de subida habíamos hecho en siete. Eso sí, cosiendo heridas por el camino y atendiendo enfermos, no se nos fuera a olvidar que somos médicos. Muy bonito, pero agotador. Y como para ir más rápidos, sólo llevábamos un porteador (el bueno de Kancha, que hacía de todo), no poníamos tiendas de campaña y dormíamos en los lodge, albergues u ”hoteles” autóctonos del camino, que para qué les voy a contar. Recuerdo que el tercer día dormimos en Tatopani, que significa “aguas calientes” -por sus fuentes termales-, donde nos dimos el primer baño largo y decente en muchos días; pero luego hubo que rebautizar el lugar como “Ratopani” porque, según Mª Antonia, no pegó ojo en toda la noche oyendo a las ratas hacer “footing” por los maderos que sujetaban el tejado. Aunque yo no oí nada y dormí como un bendito; desde luego, no paran de menospreciarlo a uno en sus facultades. Y Kancha tampoco pareció afectarse mucho.Bueno, al final llegamos a Arughat, que no sé qué me explicaron que significaba, pero a mi me parece que el topónimo se debe a algún barcelonin que pasó por aquí y que bautizó el pueblo como “arrugat”, porque está como arrugado en medio de las montañas. Y claro, de Arrugat a Arughat, no hay más que un pequeño paso, que no es nada para las proezas de la filología, Y, en Arughat, empezó lo bueno. Porque creíamos que allí terminaban las caminatas mastodónticas y descansaríamos, tras sentarnos en el bus del pueblo que nos llevaría a Phokara. Pero sí, sí. ¿Se imaginan lo que es recorrer 140 km en ocho horas en un autobús de línea atestado hasta los topes, por dentro y por fuera (hasta en el techo)? Curvas, recurvas y contracurvas, precipicios abismales a los dos lados, retrocesos escalofriantes al encontrarse con otros que venían de frente, primero por una pista de montaña (la de Chía-Plan es una autovía comparada con la de Arughat a la carretera principal) y luego por la nacional. Y el conductor, tan tranquilo, festejando con su novia, que iba sentada a su lado. En fin, de lo más emocionante y variopinto. Llegamos a Pokhara baldados; aunque merece la pena, porque es una ciudad encantadora. Para mi, la más agradable de Nepal. Con sus lagos, sus colinas, las stupas, su Museo Internacional de la Montaña, sus amabilísimas gentes y ese fondo impresionante del macizo de los Annapurnas, con el Machapuchare al frente, esa montaña sagrada impresionante a la que los horteras de los British han rebautizado -por su aspecto- como “Fishtail” (cola de pez). ¡Será posible! De Pokhara a Kathmandú es otra historia de terror automovilístico que ni les cuento. Esta vez en microbús, también a reventar de gente. Todo el viaje por la nacional -que no implica que sea una gran carretera-, con un tráfico infernal y concurrida por conductores kamikaze adelantando en curva y con cambio de rasante. Los cláxones polifónicos sin dejar de sonar (menos mal que soy sordo) y ocho horas para recorrer 200 km. No les cuento nada de Kathmandú. Ya lo hará Mª Antonia, si puede. Me parece que vamos a disfrutar poco, con la faena que nos han preparado los del Súper-Curso Internacional de Medicina de Urgencia en Montaña y Rescate, en el que estamos invitados a participar como profesores.
JOSÉ RAMÓN MORANDEIRA Y Mª ANTONIA NERÍN

sábado, 23 de mayo de 2009

Diario del Regreso a Katmandú II Del 15 al 18 de Mayo

Viernes 15 / Lunes 18 de mayo de 2009 – DE VUELTA
Por fin, después de varios días sitiados en el BC, dos días en Samagaon esperando a los porteadores y viendo enfermos, conseguimos iniciar el camino de vuelta. Voy a resumirlo como “un todo”, por aquello de no cansar, dando una visión global. Como aquí son tan “cuadriculados”, se sube en siete días (desde Arughat) y se baja en cuatro…” póñaste como te poñas”. Para muestra, nosotros. Dijimos que no teníamos prisa en llegar al BC y que era mejor hacer el trekking con calma, y en siete días estábamos en Samagaon. Dijimos que subiríamos al BC en dos jornadas y nos plantamos en una. Queríamos bajar sin atropellos y, al final, en cuatro días hemos llegado a Arughat. Bajamos José Ramón y yo con Kancha, nuestro guía-porteador-cocinero, de 21 años, un encanto. Podemos decir, empleando términos médicos, que está en plena “residencia”; haciendo un poco de todo para aprender bien el oficio. Habla un Sioux-English, lo propio, porque a los yankies, ingleses, australianos y canadienses aquí no los entiende nadie; pero conseguimos entendernos para los asuntos propios del día a día. Va pegado a dos palmos del culo de José Ramón, pendiente de cada paso que da y le ríe todas las gracias; no sé quién está más contento de los dos. El caso es que estamos haciendo casi una etapa y media -de las del trekking de subida-, en cada uno de los días de bajada; así que vamos “descoyuntados”. Porque sí, vamos de bajada, pero sin olvidar que estamos en Nepal y que esto es un continuo sube-baja; escasamente llaneamos los veinte metros que cuesta cruzar un pueblo. De todas formas, a ratos, tenemos que fijarnos en la corriente del río para estar seguros de que bajamos… ¡qué cuestas tiene este país! Desde que bajamos del BC, el miércoles 13, desayunamos patatas cocidas, comemos daal bhaat (arroz hervido con puré de lentejas) y cenamos soup of vegetables (de sobre, claro). El único “lujo” que nos permitimos es medio cuadrito de chocolate de Don Julio cada dos horas, cuando paramos a beber agua. Dice José Ramón que, cuando volvamos a España, me va a proponer para Dama de Honor de la Cofradía de la Virgen del Puño Cerrado, porque nunca ha visto a nadie “administrar” el chocolate con semejante celo, montañesa tenías que ser –dice-. Yo le explico lo de mi tía Menena, de Chía, “orden, limpieza y economía”; pero eso no “cuadra” demasiado en la mente de un “manga ancha” de la Ribera del Ebro. El caso es que el poco chocolate que quedaba, nos ha alegrado la bajada. Así que llevamos una dieta que ha permitido que a José Ramón le sobre un palmo de cintura de su pantalón y que a mí se me haya “apretado” el culo (¡¡no tenía el culo “tan duro” desde los veinte años!!). Empezamos a andar sobre las siete de la mañana y terminamos sobre las seis. Nos da el sol sin conocimiento, desde las 8 de la mañana hasta la cuatro de la tarde; da barbaridad de gusto cuando “acometemos” los costarrones del valle. Hemos llegado a 40º (según el termómetro exterior colgado de la mochila). Yo me mojaba el pelo en todas las fuentes, arroyos y kholas que cruzábamos, pero en diez minutos volvía a tenerlo seco, a pesar de salir “chorreando”. Lo del “agua para beber” no es cosa fácil. Kancha bebe de todas las fuentes que ve, pero a nosotros no nos interesa “alterar” nuestra flora intestinal, así que “filtrado, yodo y Tang” (un asco, porque además de lo mal que sabe, se calienta sobre la marcha). Comer nos cuesta un euro a los dos (lo del arroz hervido con puré de lentejas tiene la ventaja de ser barato), pero en Sprites, Fantas y demás, nos hemos dejado una fortuna (para lo que es esto), unos cinco euros por día, cada uno. El alojamiento ha sido “todo un lujo”. El primer día se me comieron las pulgas. Kancha es del país y no se ve afectado, José Ramón es “duro y correoso” (las pulgas no pueden con él). Todavía me estoy rascando. En Philim nos llovía dentro de la habitación, pero pudimos arreglarnos. El tercer día, en Tatopani, las ratas se paseaban por el techo de la habitación (alguna, incluso practicó “caída libre” sobre el suelo). Kancha no tuvo problemas, dijo que no había diferencia entre los pájaros paseando por el tejado o las ratas, que todos los animales tienen derecho a la vida y la libre circulación. José Ramón no oía nada y las ratas nunca le han preocupado mucho; desde ese día, para tomarme el pelo, habla de “Ratopani” para referirse a Tatopani. Otra noche sin dormir. En Arughat, puerta del Valle, hacía un calor pegajoso inaguantable, del que disfrutaban con alegría las cucarachas. Las vueltas siempre se ven diferentes a los caminos de ida, aunque sean por el mismo sitio. A la ida fuimos con cocinero y ayudantes, sirdar, porteadores, las mulas de los persas, el checo y los persas, un valle desconocido por delante y mucho por experimentar. A la vuelta hemos bajado solos con Kancha, con sus ventajas y sus inconvenientes. Hemos conocido los “atajos” que usan los porteadores cuando no van con los clientes, algunos verdaderamente escarpados. Uno de ellos, lo bautizamos como Vía maderata (como lo del acero no está muy generalizado en el Nepal, en lugar de ser “ferrata”, estaba equipada con “escalas” de madera (vamos, para matarse). Nos hemos descalzado para cruzar el Budhi Gandaki (otro “atajo Kancha”), muy de agradecer, por el calor que hacía. En los campos que a la subida estaban arando, ya ha crecido el maíz; los trigales recién sembrados, a estas alturas, son verdaderas alfombras verdes; los arrozales están impresionantes… Y no hemos dejado el estandarte del Servicio Medicalizado 061 del Valle del Budhi Gandaki hasta llegar a Arughat… lo que ha hecho que todos los días tuviéramos que atender pacientes por el camino. Después de estos 45 días, la mayoría pensaría en un masaje, un buen vino con chuletón, en un hotel estupendo. Yo me conformo con agua mineral –fría, de la nevera-, una bañera –de agua muy caliente- y sábanas blancas recién planchadas. Hemos comido y vivido como los nepaleses de la montaña. Hemos sudado y arrastrado las botas por sus caminos. Hemos participado de sus penas y alegrías. Esto es conocer un país y a su gente; pasar unos días en la capital, de compras y paseo, que suele ser lo habitual de los turistas, sirve para conocer “por encima y de pasada” los aspectos generales de la capital. Nadie puede decir “ya sé lo que es eso” por haber pasado diez días en Kathmandú. Pasar 6 semanas “inmersos” en el Valle del Budhi Gandaki, como hemos hecho nosotros, es “conocer el Nepal”; al menos, la montaña del Nepal y su gente.
Mª ANTONIA NERÍN Y JOSÉ RAMÓN MORANDEIRA

miércoles, 20 de mayo de 2009

Diario del Regreso a Katmandú I Del 13 al 14 de Mayo

Miércoles, 13 de mayo - CAMBIO DE TERCIO
La participación del equipo médico en la expedición de Carlos Pauner al Manaslu-2009 ha terminado. Inicialmente, habíamos contemplado estar, entre Samagaon y el Campo Base, unos 15-20 días; margen que hemos alargado a 33 días, dadas las malas condiciones meteorológicas que nos han acompañado, esperando una pequeña ventana que permitiera alcanzar la cima. Otras obligaciones y compromisos adquiridos hacen que nos quedemos quince días más. Seguiremos en Nepal, pero en el corazón del país, entre Pokhara y Kathmandú. Hemos de pasar por el Hospital de Bandipur, ciudad medieval, para conocer sus necesidades y plantear una posible colaboración entre la Universidad de Zaragoza y el citado centro hospitalario, que nos permita enviar alumnos del Máster en Medicina de Urgencia en Montaña (a aquellos que voluntariamente quieran participar). En Pokhara nos acercaremos a los poblados tibetanos, donde viven muchos refugiados huidos del Tibet por la represión china, a donar el poco excedente de botiquín que ha quedado tras esta expedición, y visitaremos el Western Regional Hospital y el Manipal Teaching Hospital, en la orilla este del río Seti. Al quedarnos con menos días, vamos a ir un poco “apretados”. Necesitaremos cinco o seis días para bajar de las montañas y llegar a un lugar donde poder disponer de vehículo motorizado, un día para llegar a Bandipur, otro para llegar a Pokhara -donde estaremos un par de días-, y otro para regresar a Kathmandú, donde estamos convocados por la Himalayan Rescue Association (HRA) y la Comisión Internacional de Socorro Alpino (CISA) para impartir clases en el Speciality Course in Mountain Rescue Medicine, para médicos y guías, del 23 al 29 de mayo. Hoy hemos bajado del BC a Samagaon, donde ya tenemos unos veinte esperando para que los atendamos. Mañana revisaremos la herida por asta de yak y al entablillado por fractura de peroné y el jueves 14 iniciaremos la marcha de vuelta. Ha sido una suerte que José Ramón pudiera bajar en helicóptero desde el BC, yo me he bajado con Lahkpa y Kancha con la nieve hasta casi la ingle durante la primera mitad del camino, y luego con barro y agua, hasta Samagaon. Hemos bajado a paso de Sherpa, “recortado”, y sin parar. De todas formas, lo de Kancha, con 40 kg a la espalda, ha sido para nota.

Jueves, 14 de mayo - NO SÓLO POLVO BLANCO ES LA HEROÍNA
Se llama Kando y apareció ayer en nuestra consulta. Una más, del montón de sufridos pacientes que atendimos en el consultorio improvisado en casa de Laxmi (Lachimí) Lama, que regenta el Gran Hotel Manaslu, el mejor y más moderno lodge de Samagaon, bajo la montaña del mismo nombre, aquí en el Valle del Budhi Gandaki. Hotel que, si hubiese que cualificar con arreglo a los criterios que rigen en nuestros lares, habría que etiquetar de, algo así como “menos doce estrellas” (-12*); pero que aquí, es todo un lujo. Como casi siempre, actuaba de intérprete nuestro Sirdar Lhakpa. Que tiene su mérito, porque a él se lo cuentan en tibetano o en un dialecto del mismo, él lo interpreta en sherpaní, que es su lengua materna, y luego nos lo traduce a nosotros en inglés, para que lo interpretemos en español. O sea, que desde que formulamos al enfermo la pregunta hipocrática de ¿Qué le ocurre? , hasta que recibimos la respuesta, el diálogo de ida y vuelta pasa por varias traducciones reales o mentales, entre idiomas con tan poca proximidad filológica como pueden ser la fabla aragonesa y el sánscrito. ¿Caben mayores posibilidades de errores de interpretación y/o traducción, cuando encima se trata de expresar signos y síntomas de enfermedades en cuya apreciación, tan capital importancia tienen las matizaciones que puedan hacer paciente y médico? Pero las cosas son así y, al final, por muy buenos deseos que uno tenga, se hace lo que se puede. Aunque en este caso, la interpretación ha sido clarísima: Kando ha expresado tan vivamente con palabras y gestos el dolor epigástrico transfixiante, que cabe adjudicar a una úlcera perforante en páncreas su padecimiento, sin necesidad de traducción verbal; la hemos entendido desde el primer momento perfectamente. Luego ha completado su explicación dándonos a entender que cada pocos días sufre hemorragias gástricas que se traducen en vómitos de sangre. Así que, en lo referente al diagnóstico clínico, no nos ha quedado ninguna duda: “ulcus gastroduodenal perforante en páncreas” con gran riesgo de hemorragia digestiva alta, que acabe con la vida de la enferma en pocas horas.Como el diagnóstico clínico exige confirmación endoscópica, y eso en este país sólo puede hacerse en Kathmandú, le hemos indicado a la enferma la conveniencia de trasladarse hasta allí para que se la haga y, de paso, someterse al correspondiente tratamiento que, en la mayoría de los casos, suele ser exitoso. Respuesta: Kathmandú está a siete días de marcha a pie y uno de autobús. La enferma tiene dos hijos de 10 y 12 años a su cargo, y no puede dejarlos solos. Además, es pobre y no tiene dinero para viajes; mucho menos para pruebas diagnósticas complejas, médicos, operaciones y hospitales. Insistencia por nuestra parte: a sus 34 años, la enferma se está jugando la vida. Si tiene una hemorragia masiva en los próximos meses, se morirá antes de que pueda hacerse algo por ella. ¿Quién cuidará entonces a los hijos? Debería de explicarse el caso a la familia, para que entre todos hicieran el máximo esfuerzo posible. Nueva respuesta: la enferma no tiene familia. Los familiares propios murieron y su marido se fue hace ocho años a otro país para ganar dinero y, desde entonces, no se ha sabido nada de él, ni del dinero. La enferma es perfectamente consciente de su situación y de los riesgos que corre. Lo único que pide es que se le ayude a vivir unos años más, que es el tiempo que entiende necesitan sus hijos para desenvolverse por sí solos en la vida. Luego no le importa morir. Sabe que no tiene otras posibilidades y agradecerá cualquier tratamiento que le ayude a conseguir lo que pide. ¿Qué hacemos?, me pregunta la Dra. Nerín, sólo tenemos Omeprazol, pero no le servirá para mucho. ¿Qué, qué hacemos? Darle lo que tengamos que pueda ayudarla, y hacerle reverencias. Muchas reverencias. Aquí, ni Agustina de Aragón, ni Casta Álvarez juntas. ¡Esta sí que es una auténtica heroína!
Mª ANTONIA NERÍN Y JOSÉ RAMÓN MORANDEIRA

Diario del Campo Base del Manaslu-III Días 8 al 12 de Mayo

Viernes, 8 de mayo - EL POR QUÉ DE UNA FABADA EN ALTITUD
La pasada noche ha sido de espanto. Aquí, en el BC, caían bolas como canicas, con una ventolera de película del oeste. Como era de esperar, turbulencias y precipitación han ido subiendo la ladera. En los Campos II y III no han dormido. La nieve ha enterrado las tiendas, las ha roto y casi los aplasta. Las nuevas predicciones meteorológicas, han hecho que la mayoría se dieran la vuelta. Carlos y Phemba han llegado al BC sobre las 12 del mediodía, después de palear cuatro horas (sólo con botines y con la nieve por encima de la rodilla) para recuperar lo que había quedado bajo dos metros de nieve entre un amasijo de lo que había sido su tienda en el C-II (gafas, botas, guantes, cámara, etc.). Ya hemos comentado que eso de las predicciones meteorológicas dan de sí lo que dan, y más en estas montañas. Una vez aquí, y después de comer, ha puesto los pies a remojo con Pérez, para que viéramos si había sufrido algún daño. Pies perfectos. Mientras "se bañaban" con el antiséptico, nos ha contado que cenaron una lata de fabada, prescindiendo de papillas y liofilizados, a 6.400 metros. No está de más el comentar algunas cuestiones de la alimentación en alta montaña.Los hidratos de carbono (HC) y las proteínas proporcionan 4 kcal/gr de energía, las grasas 9 kcal/gr. El tiempo de digestión de las grasas es más largo que el de los HC, y por litro de oxígeno se obtiene un 10% más de energía con HC que con grasas. Si nos centramos en el oxígeno que hace falta para obtener 100 calorías a partir de: - los HC, son necesarios 0,83 moles de oxígeno; por ello se asimilan con facilidad en medio hipóxico. Además, los HC favorecen la saturación de la hemoglobina y el transporte de oxígeno a los tejidos; - las grasas, hace falta 1 mol de oxígeno; - las proteínas, hacen falta 5 moles de oxígeno.Es importante conocer el gasto energético medio de un adulto, según el tipo de actividad, para adecuar la ingesta calórica: *en reposo, de 1600 a 2000 kcal/día*senderismo, 350-450 kcal/hora *jornada de 8 horas en montaña con clima templado, 4400 kcal. Es difícil absorber más de 4000 kcal por día, sobre todo en altitud; por lo que a partir de 5 ó 6 horas de esfuerzo, el déficit calórico será inevitable y se obtendrá a partir de la masa grasa y, posteriormente, de la masa muscular. Se han llegado a describir pérdidas de peso de hasta 15 kg en expediciones que se han alargado mucho. Las pérdidas de agua en altitud son muy importantes y muy superiores a la capacidad de compensación: - sudor: entre 0,5 y 1 litro/hora - respiración: hasta 200 ml/h en gran altitud. Aunque se adapte el volumen de orina (de 0,5 a 2 litros/día), el balance entradas-salidas será siempre negativo; por lo que la ropa debe permitir la evaporación del sudor y hay que intentar ajustar la intensidad del ejercicio físico para evitar la sudoración excesiva.En gran altitud, el alpinista está deshidratado, y NO HAY ADAPTACIÓN A LA DESHIDRATACIÓN. Habrá que beber en montaña entre 3 y 5 litros al día. La deshidratación comporta una disminución del rendimiento. Por ello, en la montaña se debe beber con frecuencia, evitar el agua muy fría (aumenta la velocidad del tránsito gastrointestinal y se producen diarreas), llenar la cantimplora siempre que sea posible (potabilizar el agua y añadir sales minerales e hidratos de carbono). LAS BEBIDAS ISOTONICAS DEBEN TENER MENOS DE 50 GR DE GLÚCIDOS POR LITRO, más cantidad entorpece el vaciado gástrico y la absorción intestinal. La deshidratación grave puede conllevar la muerte del deportista. Para la práctica del alpinismo, dado el medio en el que se realiza, la altitud, las condiciones de hipoxia, humedad, temperatura, etc. es aconsejable que 4 semanas antes de salir de expedición, se consuma una dieta hiperlipídica (rica en grasas) e hipercalórica (más calorías de las recomendadas para la edad y el peso), teniendo en cuenta que: Fibra vegetal: el exceso puede empeorar la distensión intestinal y la dispepsia gástrica, frecuentes en altura. Vitaminas y minerales: la altitud conlleva cierta mal absorción intestinal; en unos 2 meses se agotan las reservas del organismo en micronutrientes. Alcohol: engorda ya que 1 gr. supone 7 cal. Es un potente vasodilatador (condiciona menor resistencia al frío) y disminuye los reflejos y la capacidad de reacción. Ingerir vitamina E como antioxidante porque se producen radicales libres Los ácidos grasos polisaturados (Omega 3) flexibilizan la membrana del hematíe endurecida en altitud-, lo que mejora la captación de O2. La hipoxia conlleva anorexia en altitud, se aconseja ingerir hierro antes de desplazarse a la montaña. Ya en altitud, y hasta los 4.000 metros, la proporción de nutrientes debe ser la habitual: 60% de hidratos de carbono, 25% de grasas y 15% de proteínas. En altitud se alcanza mucho antes la sensación de saciedad, por ello deben fraccionarse las comidas. Para favorecer el apetito hay que intentar disponer de variedad: va bien alternar el queso y el jamón con la dieta liofilizada que, por otra parte, precisará de bastante agua para ser preparada y acaba aburriendo (y asqueando) bastante. Por encima de 4.000 m., hay que modificar la proporción de nutrientes, por aquello de que las proteínas consumen mucho oxígeno en su metabolismo: 60% HC / 32% Grasas / 8% Proteínas. A partir de 5.000 metros es aconsejable que se aumente la proporción de hidratos de carbono, y se disminuya la de grasas y proteínas, siendo que pasará a ser hipocalórica porque el organismo no tolera bien la ingesta.Resumiendo: en la montaña (y más en la alta montaña) se debe COMER SIN HAMBRE Y BEBER SIN SED. Una lata de fabada para dos, a 6.400 metros, se aproxima bastante a los consejos dietéticos referidos, sus características organolépticas son mejores que las de una papilla y es un alimento de lo más completo que, además, fue muy bien tolerado. Lástima que la cima no dependa sólo de una buena condición física y mejor alimentación-hidratación. El tiempo sigue siendo malísimo.

Sábado, 9 de mayo - MÁS “MOUNTAIN MEDICINE
Como es habitual, a las 7 ya estamos todos en danza hace rato (a las cinco se hace de día). El BC es como un patio de vecinos y las noticias vuelan: las chicas andaluzas bajan del C-II alto después de dos noches a 6.800 m. Lina ha tenido problemas respiratorios durante la noche y Ana ha perdido la visión del ojo izquierdo. De momento, hay sol y buena visibilidad, mucho aire en lo alto y las nubes empiezan a acercarse; pero la orden que hemos dado ha sido clara, directas y de tirón al BC (habrá unas cinco horas). Sobre las 12 llama Stephanie por radio, no respira bien, tiene mucha tos, está muy cansada y se ha parado en el C-I con Laurent. Del C-I al BC hay un par de horas, le digo lo mismo, derechos al BC. El sol desaparece a las 10 y empieza a nevar, lo normal de este mes. De nuevo, nos reunimos el “comité médico de crisis”: Miguel, José Ramón y yo. Preparamos todo el material para recibir al pelotón que baja perjudicado. La primera que llega es Lina, explica la clínica que ha tenido durante la noche, la auscultación pulmonar es normal, las constantes también, la analítica no refleja alteraciones, ha sido una crisis de ansiedad. Media hora después llega Ana, al perder la profundidad y relieve en la visión, ha bajado más despacio. El sol está cubierto, pero nos vamos a la tienda-almacén (el lugar más oscuro), para examinar el fondo de ojo. No hay duda, en el ojo izquierdo presenta varias hemorragias retinianas, una de ellas me parece que está justo sobre la mácula, además, hay un discreto edema alrededor del nervio óptico; en el ojo derecho tiene micro-hemorragias, poco importantes, y el mismo discreto edema. Me explica que durante la noche ha tenido muchísimo dolor de cabeza y que ha tomado dos Gelocatiles y un Edemox. El consejo es “helicóptero y para casa”; de todas formas, hablo (vía satélite) con el Dr. Javier Ascaso, oftalmólogo del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, para explicarle el caso. Me explica como confirmar que la hemorragia está sobre la mácula: que se tape el ojo derecho y con el izquierdo que mire directamente a la luz del oftalmoscopio, lo primero que verás es la mácula; si lo que ves es la hemorragia, es que la tiene sobre la mácula. Lo mejor es que vuelva a España para controlar la evolución de las hemorragias. Confirmado, la hemorragia más gorda que tiene está sobre la mácula. Pautamos colirio con corticoide cada 4-6 horas y Dexametasona oral. El ojo humano es una ventana a través de la que podemos observar el tejido vascular y el nervioso. La hipoxia de la altura conduce a un aumento del flujo vascular retiniano, con la consiguiente dilatación y tortuosidad de vénulas y arteriolas. Los vasos retinianos lesionados pueden permitir la exudación de líquido (edema) y la aparición de hemorragias retinianas. Ana no puede descender los 1.400 metros de desnivel que hay hasta Samagaon con un solo ojo, ni hacer los 8 días del trekking de vuelta. Así que Lolo, se pone en contacto con la compañía aseguradora para organizar la evacuación en helicóptero desde el BC hasta Kathmandú (una hora de vuelo). Una vez allí, Ana adelantará el vuelo de vuelta a España. Sobre las dos y cuarto llegan Laurent y Stephanie. El aspecto de ella es de “descuajeringue” total (no he hecho foto porque lo primero era atenderla): tensión de 120/90, frecuencia cardiaca de 110 por minuto, respiratoria de casi 30, saturación del 72%, tos persistente, y la auscultación revela crepitantes finos en bases pulmonares; o sea, edema pulmonar incipiente. Lo ideal sería Nifedipino y a Samagaon; pero ya ha bajado 2.000 metros, está agotada, sigue nevando, la visibilidad es mala, pienso que es mejor que coma, beba, descanse, pautar el Nifedipino cada 6 horas (controlando la tensión arterial) y bajar mañana a primera hora. Si empeora y no es posible bajarla, todavía me queda la Dexametasona y el oxígeno. A medida que pasan las horas, va mejorando. Entre unas cosas y otras, se han hecho las tres de la tarde, hace un frío que pela y no hemos comido; así son las cosas, en un hospital moderno y en este Base Camp.

Domingo, 10 de mayo - BUEN VIAJE, ANA
Nos hemos levantado con otros 40 cm de nieve, este Manaslu no parece querer darnos cuartel. Siguiendo la tónica de las últimas semanas, de 7 a 10 está despejado, hace sol y el viento es flojo, así que el helicóptero tiene previsto venir sobre las 7.30 a recoger a Ana. A las 7.50 el helicóptero ha tomado en las proximidades del campo italiano (es una de las partes más altas del BC) y, en cuestión de segundos, ha subido Ana y la aeronave se ha dejado caer sobre el valle. La hemos despedido con mucho cariño, en pocos días estará en Málaga, con su familia y su oftalmólogo. La expedición de mujeres andaluzas se queda con una menos, pero eso no les impide plantearse un nuevo ataque a cima en cuanto el pronóstico del tiempo dé dos días sin viento y sin nieve. En el BC se espera que entre finales de esta semana que empieza y principios de la siguiente, pueda estar clara “una ventana” de dos días. De momento, hoy se ha puesto a nevar a las 10.30, y el collado, la cresta y la cima del Manaslu han estado azotados por el aire. Stephanie también ha dejado el BC. Ha pasado buena noche “relativamente” y no ha sido necesario el oxígeno ni la Dexametasona. Por la mañana había mejorado un poco la saturación (78%), y los crepitantes finos en ambas bases seguían presentes, aunque desapareciendo. Lleva pautada la medicación y mañana la reevaluaremos en Samagaon.

Lunes, 11 de mayo - TIRARSE AL MONTE
Unos, como Carlos Pauner, Joao García, Radek Jaros, Mario Panzola, etc. están aquí, en este Manaslu, esta “Montaña del Alma” que les obsesiona. A otros, como Edurne Pasabán, Juanito Oyarzabal y Mario Pesci, me los encontré en Kathmandú afilando sus armas para subir a otras grandes montañas. Ni siquiera faltaron los más viejos del lugar, como Carlos Soria o César Pérez de Tudela que, a sus 70 años, no renuncian a subirlas. Menos aún faltaron, ni faltan en mi recuerdo, los viejos amigos como Javier Escartín, Pepe Garcés o Lakpa Dorhi, que perdieron su vida al intentar coronarlas. Comparto su gusto por visitarlas, por disfrutar de su belleza, de su grandiosidad, de ese mundo extremo de montañeses y de inmensos panoramas que, desde niño, me dejaron con la boca abierta. Pero no entiendo sus ansias por superarlas, por ascenderlas, por dominarlas. Hace 30 años que vengo por estas montañas himaláyicas y, al igual que me ocurre con las de mi tierra y con otras muchas, siempre he pensado que las mujeres y las montañas son lo más hermoso que conozco; y no creo que estén ahí para que uno se pase la vida intentando subírseles encima, sino para que admire serenamente su belleza. Que aún recuerdo yo el día que, a los siete años, me subió –por primera vez- a la cima del Moncayo mi tía Conchita; cogidito de su mano, siguiendo una vieja tradición familiar, en uno de aquellos días despejados en los que parecía que el Pirineo iba a poder tocarse con la mano. Sólo me faltó volar. Y claro, empezaron las murmuraciones: el primero, mi queridísimo Pepe Marín, entonces novio de María Gomollón, que no pudo menos que exclamar, nada, que parece que aquí al zagal se le han subido al cebollo los aires de Moncayo, y con el exceso de oxígeno, se ha pensao que todo el monte es orégano. Habrá que enseñalo, no vayan a esmalicialo. Y dicho y hecho, inició una etapa de formación de mi vida con la que él consideraba la lección primera: “De cómo tirarse al monte”, seguida de la segunda: “En el monte no te fíes ni de tu padre”, que debo reconocer que, andando el tiempo, me han resultado de bastante utilidad. Y en eso estamos, en este Monte del Alma, furo, de más de ocho mil metros, aunque según desde lo miras, no lo parece y que, cuando más confiado estás, te pega una metida de viento, nieve y ventisca, “que vas de lao Menéalo”. Y yo venga a decirles: Pero bueno, ¿no lo habéis visto, mirado y remirado ya hasta el aburrimiento? ¿No es un monte que, visto por este lado, se parece a la Punta Anayet de nuestra tierra en invierno? ¿No subisteis el otro día hasta casi 50 metros de su cúspide? Pues ¡hala, dejadlo ya! Y vámonos con la música a otra parte, que me aburro de ver todos los días el mismo monte y de ese venga a subir y bajar las mismas cuestas, y os deje eso que llamáis “una ventana de buen tiempo” para poder subirlo. Pero ellos, empeñado en que no. En que tiene que ser éste al que tienen que tirarse. Y a mi me parece que, con lo que se les resiste, no va a darles gusto ni nada, si al final se deja. Pero en fin, ellos verán que, como dice el refrán, al fin y al cabo, cada cual con su cada cuala, y para gustos están los colores; aunque sea en cuestión de montes.

Martes, 12 de mayo - SURVIVAL IN BASE CAMP
Estamos atrapados por la nieve en el Base Camp desde el domingo. Nos han caído en tres días más de metro y medio de nieve. Empleamos el tiempo en palear y “sacudir” las tiendas. Todo el mundo está “apostado” en el BC, salvo “los caracoles”, una expedición comercial de franceses que suben cada día 300 metros, trasladando las tiendas y todo el material. Sólo sabemos que el lunes se instalaron cerca del Campo II, un lugar en el que en 1972 una avalancha barrió a 4 japoneses y 11 Sherpas. Estamos prácticamente incomunicados, ni se puede subir ni bajar de éste, nuestro BC. José Ramón, entre la tienda-comedor y la cocina, aprovecha para escribir:Desde que en mis años de juventud hicieran las llamadas Milicias Universitarias, y después de dos campamentos de verano en “Los Castillejos”, justo encimita de Salou, según se mira desde Arboli hacia La Musara, me licenciaría de Alférez de Infantería (no de Sanidad, que eso vino después), no había vuelto a chupar tanta matraca castramental hasta ahora. Porque, que yo sepa, vinimos a este Campo Base del Manaslu, o sea, mi Montaña del Alma (me gusta llamarla así, supongo que ya lo habrán notado), para permanecer 15 ó 20 días, mientras duraba el ataque a la cima de nuestro gran, querido y ochomilero amigo, Carlos Pauner. Pero llevamos más de 30 días esperando la “benéfica” ventana de buen tiempo que lo permita, y esto tiene pinta de neverending story, por decirlo en plan British, que es lo que se lleva por aquí, en esta “comunidad castramental” tan internacional en la que nos movemos, incluidos unos chinos vitaminos (antes vitaminos del norte y del sur, pero ahora vitaminos a secas, desde que los unificara un tal Co-chi-nin, después de darles a los yankilandios las suyas y las del pulpo). Por cierto, que son muy sonrientes y simpáticos los tíos. Bueno, pues en este mes, ha habido de todo, menos buen tiempo. Al menos durante el tiempo mínimo suficiente para poderle echar al monte la garrilla por encima de la cocorota, con unas mínimas garantías para poderlo luego contar con un mínimo de alegría ante los amigos de la peña. Y no es que el bueno de Carlos no lo haya intentado con ahínco. Que sí que lo ha hecho, sino que unas veces el encrespado viento, y otras la ventisca y la nieve, se lo han impedido. En fin, que lo de subirse al monte, que es a lo que habíamos venido, no ha sido. Pero como los médicos -al menos nosotros- somos así, y no sabemos estarnos calladitos y quietos, nos hicimos notar desde el primer momento. Y claro, aparte de una presión asistencial, que me río yo de la de Castejón de Sos en agosto, de la que tanto se queja la Dra. Nerín, por aquello de que conoce los entresijos, por ser usuaria y prestataria, no se nos ocurrió otra cosa que inaugurar a bombo y platillo el “Servicio de Urgencias y Emergencias Caballizado – 061” del Valle del Budhi Gandaki (ya saben, el Viejo Río). Y hala, desde heridas por asta de toro (aunque no hay vaquillas, los yaks también tienen muy mala leche), hasta intoxicaciones varias, pasando por traumatismos diversos, de los que los de las extremidades inferiores, no sólo constituyen un problema sanitario, sino también viario de primera magnitud, por afectar de forma muy especial al tráfico, tanto ligero como pesado, y patologías de lo más diverso y variado. Añádanle a eso que, cuando planificamos esta excursión y acontecimiento sociodeportivo, contamos con emplear también cierto tiempo en otras actividades académicas que, ahora, no tenemos más remedio que asumir. Dejamos en el BC a nuestro colega Miguel López Molina, del Servicio de Traumatología del Hospital de Baza, y médico de la Expedición Femenina (que no feminista, Lolo nos libre) Andaluza a este monte, que también está a la espera de buen tiempo. Así que, si la nieve y la dichosa meteo (forecast in British) lo permiten, mañana nos bajaremos a Samagaon.
Mª ANTONIA NERÍN Y JOSÉ RAMÓN MORANDEIRA

domingo, 17 de mayo de 2009

Asistencia Médica y Trekking de regeso

José Ramón y Mª Antonia siguen sin poder conectarse a internet, aunque telefónicamente han podido informarnos de la marcha del trekking de regreso. Tal y como estaba previsto visitaron a la señora que había sufrido la herida por asta de Yak, comprobando que se encontraba muy bien le quitaron los drenajes y los puntos.
El trekking de regreso estaba previsto hacerlo rodeando el Manaslu por su cara oeste, pero debido a la gran cantidad de nieve caída en los días precedentes y las malas condiciones de dicha ruta decidieron regresar por el mismo camino que llevaron en la ascensión al campo base. Hoy han llegado a Tatopani, a una jornada de Arughat donde termina el trekking de regreso, el martes en minibús llegarán hasta Pokhara.
Cuando puedan conectarse a internet nos enviarán las crónicas del diario de la expedición junto con sus correspondientes fotografías.

jueves, 14 de mayo de 2009

De Vuelta a Katmandú

Tres objetivos llevaban los doctores José Ramón Morandeira y Mª Antonia Nerín en la mochila al inicio de la Expedición al Manaslu. A) Apoyar médicamente la Expedición de Carlos Pauner y Javier Pérez al Manaslu. B) Toma de datos del Proyecto de investigación Manaslu 2009, con el objetivo de investigar los efectos que altitudes superiores a los 5.000 metros tienen sobre una serie de datos biomédicos, psicológicos y de percepción del riesgo. C) Participar como Profesores Invitados en un curso de Medicina y Socorro en Montaña en Katmandú del 24 al 29 de mayo dirigido a médicos y guías, y organizado por la Himalayan Rescue Asociation en colaboración con la CISA-IKAR.
Debido a las intensas nevadas caídas en los últimos días en el Campo Base, y la previsión de más precipitaciones y fuertes vientos, Carlos Pauner y Javier Pérez tomaron la decisión de volver a España y dar por terminada la expedición, por tanto, se da por finalizada la consecución de los dos primeros objetivos. Ayer día 13, aprovechando una leve mejoría del tiempo, iniciaron el regreso a Katmandú.
Cuando puedan conectarse a internet nos enviarán las crónicas del diario de la expedición junto con sus correspondientes fotografías.

jueves, 7 de mayo de 2009

Diario del Campo Base del Manaslu-II Días 1 al 7 de Mayo

Viernes, 1 de mayo – DEL CASTIGO DE LOS DEGÜELLAPOLLOS EN LA MONTAÑA DEL ALMA (Manaslu, 8.163 metros)
Mª Antonia Nerín no se atreve a contarlo; pero yo sí. Es una historia que encuentra base en vieja tradición budista tibetana, que dice que en las montañas no se pueden matar ni sacrificar animales, so pena de incurrir en la cólera y el castigo de los dioses que habitan en ellas. Hace años que oigo hablar, hablar de esta norma y de los duros castigos que sufren quienes no la respetan. Recuerdo que ya en 1980, durante el transcurso de la primera Expedición Aragonesa al Himalaya (Baruntse), Kantcha, nuestro cocinero, arrastró durante la marcha de aproximación, tirando de él con ronzal durante 12 ó 14 días, un magnífico carnero cuya misión era proveernos de carne fresca en el Campo Base. La idea me pareció estupenda, pues era la única manera de poder hacerlo. Pero me extrañó que decidiera sacrificarlo, cortándole el cuello con un certero tajo con el kukuri, cuatro días antes de que llegásemos al Campo Base, justo cuando nos introducíamos en el territorio de las grandes montañas propiamente dichas. ¿No era más lógico subir el carnero vivo hasta el Campo Base y allí sacrificarlo, conservándolo congelado en el glaciar mientras, poco a poco, nos lo íbamos comiendo? Me miró horrorizado y me hablo de la norma que impide sacrificar animales en las grandes montañas, y de los duros castigos que sufren quienes las incumplen. La verdad es que no le hice demasiado caso; aunque, quizás porque uno es descendiente directo de gallegos por línea paterna, tampoco lo eché en saco roto. Luego, durante mis viajes a las grandes montañas himaláyicas durante todos estos años, he ido escuchando relatos parecidos, que es posible que me hayan ido afectando. Así que, cuando la semana pasada el grupo de italianos que compartía Campo Base con nosotros en el Manaslu, sufrió un duro castigo, no pude menos que pensar en todo lo reseñado. Porque primero, uno de ellos, sufrió una lumbociática que obligó a evacuarlo en helicóptero desde el BC; después, otro padeció en los campos de altura un proceso agudo de difícil catalogación que le produjo la muerte antes de que, pese a los esfuerzos de todos, pudiese llegar a nuestras manos; lo que no ocurrió con un tercero al que, tras ímprobos esfuerzos, conseguimos hacer llegar al BC bien entrada la noche, en condiciones límite de deterioro psico-orgánico, que fue posible recuperar gracias a la eficiencia de una auténtica Unidad de Cuidados Intensivos que allí habíamos constituido; un cuarto sufrió congelaciones, y el quinto afectado sufrió un trauma psíquico que también obligó a evacuarlo en helicóptero. Total, que de los ocho miembros del grupo, cinco se vieron claramente afectados. Pero, ¿por qué? ¿Es que este Manaslu, esta Montaña del Alma (el nombre de Manaslu deriva del sánscrito MANASA que significa “espíritu o alma”), tiene algo especial contra los italianos? Porque aquí estamos de todo y, sobre todo, chinos, chinos de la China, japoneses, coreanos, tailandeses, tibetanos, filipinos, camboyanos, vitaminos (antes conchinchinos), etc., etc., etc. Y, sin embargo, hasta ahora, no le ha ocurrido nada especialmente digno de mencionar a ningún grupo, salvo el de los italianos. Quizá la explicación haya que buscarla en lo que nos comentaron los sherpas el día que, haciendo uso del prestigio profesional y moral que nos hemos ganado practicando la medicina de urgencia entre los habitantes del Valle del Budhi Gandaki por el que se llega a los pies del Manaslu, tuvimos que presionarlos para que colaborasen en bajar al BC, aunque fuera ya de noche y luchando contra todos los elementos desatados de la naturaleza, al italiano afectado de deshidratación y agotamiento, a fin de que pudiésemos tratarlo convenientemente, ya que de otro modo, no hubiera salido con vida del evento. Ese día nos dijeron: “OK, colaboraremos porque lo pedís vosotros que sois grandes médicos y habéis demostrado una gran y desinteresada entrega hacia cualquier enfermo, pero que quede claro que tienen bien merecido lo que les ha pasado”. Luego nos contaron que, pese a lo mucho que se les había insistido en no hacerlo y contraviniendo la inquebrantable norma existente al respecto, se habían empeñado en sacrificar en Samagaon cinco pollos para comérselos, que fueron degollados con un golpe seco de kukuri. Que en su opinión se había hecho justicia y cumplido la norma: a cambio de los cinco pollos, cinco montañeros. De ellos, el difunto, el que más había insistido en el degüello. Ojo por ojo y diente por diente. Y aún les parecía poco precio, porque en los noventa a una expedición francesa, que en otra montaña himaláyica del Nepal se empeñó en degollar un yak, la sorprendió días después una avalancha, haciendo desaparecer para siempre a todos sus miembros. Naturalmente que uno, en base a su formación académica y científica, no cree en este tipo de supersticiones y me encargué de demostrar concienzudamente su falacia, en base al análisis casuístico de probabilidades. Pero no sé si los convencí y, por otra parte, al igual que mis ancestros galaicos, pienso firmemente que no existen ánimas en pena, Santas Compañas, meigas, brujas y otras patrañas. Aunque eso sí, haberlas, haylas.

Sábado, 2 de mayo – ENTRE EL DESHIELO Y LA NIEVE

Parece que vuelve la calma al BC, pero no hay que confiarse. A media mañana hemos visto salir corriendo a los cocineros de la tienda-cocina después de oír un estruendo. Esta vez no ha sido una avalancha de nieve, ha sido un torrente de agua. El calor de estos días ha hecho que el agua aflorara a la superficie rompiendo la ladera de nieve. Ahora tenemos las tiendas con vistas “al canal”, todo un lujo de éste, nuestro HIGH-MOUNTAIN RESORT.

El caso es que han tenido que hacer una canalización para reconducir el agua fuera de la cocina. Claro que esto es para hacernos soñar con la playa y poco más, porque la previsión de tiempo que tenemos es de malo, a peor: nieve, frío, aire, niebla y todo lo que los dioses quieran enviarnos. Mientras aguantamos carros y carretas meteorológicas, seguimos ocupándonos de la consulta, atendiendo a los de la tierra y a los expedicionarios. Los pies de Javier han mejorado mucho, el izquierdo sobre todo, pero hay que ser constantes con el tratamiento.

Domingo, 3 de mayo – DÍA DE LA MADRE
Sin ponerme excesivamente sentimental, hoy me acuerdo especialmente de Alejandro, Carolina y Roberto, mis tres hijos. Todos los días, sin excepción, he hecho comparaciones entre la vida que llevan ellos y la vida de los niños con los que nos hemos cruzado desde Kathmandú hasta Samagaón, y la de sus madres. Así que, un día como hoy, es especialmente femenino, que no feminista. En Nepal, la mayor fiesta anual dedicada a las mujeres el Teej. En el libro El brillo violeta de sus ojos: Notas desde Nepal, Barbara J. Scot analiza a fondo el papel y la vida de las mujeres en Nepal que, desde luego, no es nada fácil. Trabajan más y más duro que los hombres, sobre todo en la montaña. Los índices de mortalidad y analfabetismo son mucho mayores en las mujeres (62%) que en los hombres (37%); de hecho, son ellas las primeras en dejar la escuela en cuanto la familia tiene problemas económicos, eso si hay escuela, que en estas zonas tan periféricas no hay ni médicos ni maestros. Es cierto que en las montañas, son las mujeres las que llevan el mando y arrean con las responsabilidades de la casa, los hijos, el huerto, el corral, los abuelos; en el resto del país, la sociedad es más patriarcal. Las mujeres adquieren posición cuando le dan un hijo a su marido. Si éste muere, se espera que la mujer se case con el hermano del marido. Eso sí, no necesitan Ministra para la Igualdad de Género, se igualan sobre la marcha. Si el marido transporta 40 kg. durante cuatro días, de Arughat a Philim, ella también lo hace; en la cooperativa de porteadores de Samagaon, igual están hombres y mujeres, transportando los mismos pesos y cobrando los mismos 15 euros por cada carga de 30 kg.; los hoteles de montaña los suelen atender ellas… En realidad tienen una “emancipación de la mujer y madre trabajadora” casi tan precaria como la nuestra: el trabajo, de subsistencia, los hijos y todo lo demás. De hecho, casi mejor que nosotras, aquí en la montaña llevan muy bien lo de conciliar la vida laboral y familiar: si tienen que trabajar en el campo se llevan a los hijos a cuestas y todo arreglado. Como curiosidad, hasta 2005, las mujeres eran exiliadas con los rebaños durante los días de la menstruación. Hoy, precisamente, sólo hemos tenido mujeres en la consulta, especialmente venidas desde Samagaon; que se suben y bajan 1.400 metros de desnivel con la misma facilidad que las mujeres de Zaragoza se recorren el Paseo Independencia durante una tarde.

Lunes, 4 de mayo – GURÚ RAMÓNJOCHÉ
Cuando se llevan veinte días en un Campo Base que es, digamos, como un ecosistema reducido, en el que no pasan demasiadas cosas (y eso que aquí hemos tenido días “moviditos”), porque estamos la misma gente y el ritmo de vida es siempre el mismo, hasta la más pequeña novedad es digna de mencionarse. Desde primera hora hemos tenido nieve, así que vamos de la tienda-comedor al iglú y del iglú a la tienda-cocina, con las variaciones que permita el sistema. Como tampoco funcionan las placas solares, pues lo del ordenador no es recurso alternativo. Quedan los libros, papel y lápiz, hablar de los partes meteorológicos, de cuándo y cómo acometer la cima, y meditar. Desde hace miles de años los budistas disfrutan de los ilimitados beneficios de la meditación. El Dr. Morandeira, alterna los libros, con el papel y lápiz, y la meditación. Dado el entorno en el que nos encontramos (y la de días que llevamos aquí), está meditando profunda y largamente sobre las enseñanzas del Gurú Rinpoché. Hay cuatro grandes escuelas de budismo tibetano: Nyingmapa, Sakyapa, Kargyupa y Gelupa. El Dalai Lama es la cabeza de esta última escuela, además de líder espiritual de los budistas tibetanos. La escuela más antigua y dominante en el Himalaya nepalés es la escuela Nyingmapa. Su origen está en el sabio indio Padmasambhava, o Gurú Rinpoché, del que se dice instituyó el budismo en el Tibet en el s.VIII. Como ya hemos explicado, el mantra (cántico u oración) budista sagrado es om mani padme um (“Saludo a la Flor del Loto”).
Sin faltar al respeto, ni incurrir en menosprecio del Budismo, que no es una religión, sino una filosofía de vida y un código moral, el Gurú Ramónjoché también tiene un mantra específico –muy de la Ribera del Ebro- que el cantero de Kathmandú le va a tallar en piedra: "Que me la casquís". Resume, de otra forma, la esencia de una filosofía de vida: si no necesitas nada y no deseas nada, ni sufres, ni padeces. En La alegría de la vida, Yongey Mingyur Rinpoché explica cómo el entrenamiento sistemático en la meditación puede aumentar la actividad en determinadas áreas del cerebro asociadas con la felicidad y la compasión. Con una práctica básica de la meditación, podemos encontrar soluciones a los problemas cotidianos y transformar los obstáculos en oportunidades.

Martes, 5 de mayo – OTRA SOBRE HÉROES DE LA MONTAÑA
Estoy sentado en el último escalón del fortísimo repecho que separa Samagaon de la plataforma donde asienta el Campo Base del Manaslu (la montaña del alma) que, con sus 8.163 metros, lo domina todo. Y los veo venir. Son nuestros porteadores: una serpiente multicolor, de hombres y mujeres, que sube por el empinadísimo y zigzagueante camino, con sus 30 ó 40 kg reglamentarios de impedimentas a las espaldas. Samagaon, Samagaon. ¿Cómo explicar cómo es Samagaón? Quizá sirvan de referencia algunas viejas fotos de cómo eran hace 200 años los pueblos de nuestro Pirineo. A Samagaon no se llega por carretera, ni siquiera por una pista, sino por un durísimo e increíble camino de montaña que cuesta siete u ocho días recorrer, desde el último lugar al que es posible acceder con algún tipo de vehículo motorizado o de tracción animal. Y, sin embargo, por seguir a nuestros clásicos (Madoz dixit), Samagaon tiene cerca de 300 fuegos. O sea, que es grande y bien poblado. Con sus típicas casas de montaña, construidas en buena piedra bien dispuesta, el tejado de laja, abajo el establo y arriba la vivienda. Y tiene cuatro hoteles. O, al menos, así los llaman, aunque habría que etiquetarlos de “menos doce estrellas”: con su retrete de agujero comunitario para todos los clientes, sin agua corriente ni luz eléctrica. Aunque, en fin, menos da una piedra. La población de Samagaon es de origen fundamentalmente tibetano, porque el Tibet, hoy severamente puteado por los chinos, está aquí mismo, a la vuelta de la esquina, a una jornada de marcha, atravesando un collado de escasos 4.200 metros, que no es nada para una población asentada a 3.500 metros; o sea, 100 metros más alta que la cima del Aneto. Como es lógico, dado su origen, los samagaoneses (o como se llamen) son fervorosos budistas, lo cual me agrada, ya que me permite conversar con ellos sobre el karma y los caminos de la meditación que conducen al Nirvana, que son temas de mi interés. Pero los samagaoneses que, a pesar de ser montañeses, de origen tibetano y budistas, no son tontos, han desarrollado un particular estatus socio-económico que, en unión de otros pueblos cercanos, les permite mangonear el Alto Valle del Budhi Gandaki. Así que, turista que llega aquí y desea adentrarse por las montañas, tiene que contratar obligatoriamente a los porteadores de entre los miembros de una especie de cooperativa que han constituido entre ellos y que supone su principal fuente de riqueza. Tampoco mucha: unos 15 euros por porteo al Campo Base, transportando 30 kg a las costillas durante 6 horas. Sin alimentación, descansos, seguros sociales ni otras lindezas incluidas, claro. Aunque eso sí, en régimen absolutamente igualitario entre hombres y mujeres, para mayor satisfacción de feministas y ministras del ramo. Supongo. Bueno, pues ahí vienen nuestros samagaoneses, hombres y mujeres, con sus 30 kg a las costillas, terminando de chuparse los 1.400 metros de desnivel que hay que salvar entre su pueblo (que se ve allá abajo) y el Campo Base del Manaslu, en un recorrido de no más de tres kilómetros, con una pendiente de chupate domine, por no emplear palabras soeces. Se lo digo yo, que he tenido que subirla dos veces y he jurado por lo más santo no volver a subirla una tercera. Aunque en estas cosas, nunca se sabe.
Y, ¿cómo vienen nuestros samagaoneses? Pues vienen como vienen: unos con zapatillas, otros con chanclas de baño, otros descalzos; y hasta hay un par que llevan botas de treekking. Ellas, muy púdicas, con sus faldas de lana de yak sin desbastar hasta los tobillos y sus cuarenta refajos. Ellos, con un surtido muestrario de pantalones, entre los que hasta se ve algún vaquero barato y algunos taparrabos. Y, ¿cómo esperamos nosotros? Pues aquí, con la cámara de fotos para retratarlos como a bichos exóticos y extraños, con nuestras magníficas botas dobles y nuestras siete capas de ropa de “goretex sanfonizado” del último berrido, adquirida en BARRABÉS de Benás a tropecientos euros el gramo. ¿O acaso podía ser menos? Por cierto, volviendo a las fotos de nuestro Pirineo de hace 200 años: ¿Recuerdan en que se distinguen los señoritos franceses y barcelonins de nuestros montañeses, denominados “els motxilers”, que les llevaban el equipaje y les servían el almuerzo? Bueno, pues eso. Y ahora, con la mano en el corazón, díganme –sinceramente-, quiénes son los verdaderos héroes de la montaña, si ellos o nosotros.

Miércoles, 6 de mayo – PUESTA A PUNTO
Nos levantamos con sol, aunque ya vemos que durará poco. Por lo menos permite poner el portátil a cargar de 7 a 10, para luego tener dos horas de batería. Por aquí hay mucho revuelo con el asunto de los partes meteorológicos, mañana me extenderé sobre este tema. Parece ser que el sábado habrá una ventana de ocho horas, entre las 4 de la mañana y las 12 del mediodía, en la que los vientos cederán y podrían permitir un rápido acceso a la cima. Comparten este parte la expedición andaluza de mujeres, Mario Panzola –el único italiano que se ha quedado-, la expedición suiza organizada por Gary Gobler, los japoneses y Carlos, que recibe los partes de Víctor Bahía. Marti, de la expedición suiza, ha estado por la mañana hablando con Carlos sobre si les convenía salir o no. Ellos todavía están en fase de aclimatación, y desconocen la situación de la montaña por encima del C-II. Hoy han salido hacia el C-I las chicas andaluzas, los rusos y los japoneses. Mario, Nick –el americano- y Carlos, con sus respectivos sherpas, saldrán mañana. Así que invertimos el día en ultimar detalles del botiquín, revisar el estado de salud de Carlos y Phemba, y en hacer la analítica de control. Física y psíquicamente se encuentran en plena forma y en muy buenas condiciones. Ellos preparan la mochila con todo el material personal, de seguridad y comida que tienen que utilizar estos días de ataque a la cima. Entre unas cosas y otras, se nos acaban haciendo las nueve de la noche.

Jueves, 7 de mayo – CUESTIONES DE METEOROLOGÍA
Después de despedir a Carlos y Phemba, “secuestro” a Javier durante el baño de pies (es el tratamiento para sus congelaciones) y aprovecho para que me explique los pormenores de la meteorología que parecen afectar a montañas como el Manaslu, Annapurna y Daulaghiri. El que sean montañas próximas a un valle muy profundo (el Alto Valle del Budhi Gandaki está a 1.400 metros en picado), condiciona un microclima muy particular, el que se formen tormentas poco previsibles, con aparato eléctrico, o precipitaciones (en forma de nieve) no previstas en los partes, lo que es poco habitual en otros ochomiles. Un meteorólogo no puede ver isobaras, humedad, temperatura, orografía y dar una previsión a una semana vista, sólo a corto plazo (dos-tres días). Para tener una previsión del tiempo a medio plazo, se usan los modelos que utilizan los datos que pueden obtenerse de la atmósfera a partir de satélites, estaciones locales, etc. Todos los datos se introducen en un ordenador que tiene unas ecuaciones del comportamiento de la atmósfera: temperatura, gases, vapor de agua, etc. y se incluye la orografía de la zona, la orientación de la montaña. Cuanta más resolución tenga el modelo (puntos de datos), más precisos son los resultados. Cada 6 horas, el ordenador da una “ensemble” o “salida de modelo”. Introduciendo pequeñas variaciones en las entradas, se ven si las salidas convergen o divergen; si convergen, el pronóstico es mucho más fiable (esto es un análisis de sensibilidad, para ver si los resultados son sólidos). Los principales que se manejan y que son accesibles desde internet son: el Centro Europeo de Medio Alcance (ECMRF), y el organismo americano de la NOAA (que predice los huracanes) que usa el modelo meteorológico público GFS (Global Forecast System). Estos dos modelos dan datos cada 100 km, lo que es poco preciso para estas montañas. Las meteos que nos llegan aquí usan los dos modelos, aplicados a esta zona. Para tener más resolución, hace falta tener mayor nº de datos de más atmósfera, y ordenadores más potentes para tratarlos. Luego hay otras cuestiones particulares. Por ejemplo, la niebla tiene un difícil comportamiento y los modelos no pueden predecirla. Con atmósfera estable es fácil predecir el tiempo; con atmósfera turbulenta es casi imposible predecir la evolución. La salida del modelo son datos brutos: a diferentes niveles o alturas de la atmósfera, te da velocidad y dirección del viento, temperatura, humedad relativa, porcentaje de nubosidad, la precipitación. En el caso particular de subir a un ochomil, se mira el viento a 7.000 m., la temperatura a 8.000…. No es el mapa del tiempo, no te dice si va a nevar, dirá que la humedad es del 95% con unas temperaturas muy bajas, por ejemplo. Y ya de forma aplicada, con vientos superiores a 40-50 km/hora es un riesgo y una locura andar por encima de 7.300 en esta montaña (y en otras muchas), por aquello de que el aire multiplica el efecto del frío (ver la tabla de Sensación Térmica). Estas últimas semanas los vientos en la cima eran de 100 km/h, cuando la temperatura a 8.000 podía estar entre -20ºC y -30ºC. Entre la nieve y el viento, esto se está poniendo muy difícil.
Mª ANTONIA NERÍN Y JOSÉ RAMÓN MORANDEIRA